DRACULA, LA LEYENDA JAMAS CONTADA


(Dracula untold, 2014) 92´
Dirección               Gary Shore
Guión                    Matt Sazama/Burk Sharpless
 Fotografía            John Scwartzman
Música                   Ramin Djawadi
Producción           Michael De Luca


Luke Evans
Sarah Gadon
Dominic Cooper
Art Parkinson
Charles Dance
Diarmaid Murtagh
Paul Kaye
William Houston
Noah Huntley
Ronan Vibert
Zach McGowan
Ferdinand Kingsley
Joseph Long

Año 1442, el sultán otonamo esclaviza a mil niños transilvanos para obligarles a formar parte de su ejército. De entre estos el llamado Vlad, apodado “el empalador”, llegaría a ser un guerrero tan temido que ejércitos enteros se batirían en retirada ante su sola presencia. Convertido en príncipe de su reino, viejos fantasmas del pasado vuelven pidiendo un nuevo tributo de niños para el sultán, ante lo cual Vlad deberá tomar una difícil decisión, claudicar entregando entre los niños a su propio hijo o llevar a su pueblo a una guerra que sabe no puede ganar.


 No contentos con ser uno de los personajes de ficción que más veces ha sido llevado a la pantalla, tanto en su versión sobrenatural nacida a rebufo del éxito de la novela de Bram Stocker escrita en 1889 Dracula, sino ya en la vertiente puramente histórica del personaje de Vlad Tepes quien inspiraría la obra de ficción antes mencionada, Universal inicia su intento de recuperar a los monstruos clásicos de esta productora y que le dieran grandes éxitos en las décadas de los años treinta y cuarenta con un batiburrillo de ideas que mezcla historia y mitología sobre los vampiros para ofrecer una obra  que queda a medio camino de todo.

La historia es bastante simplista, y basándose en el personaje de Vlad Tepes, de quien unos dicen fue un héroe y otros un cacique cruel y despiadado, nos dibuja un protagonista lleno de valores nobles, dulcificando de esta manera de raíz toda la leyenda negra de este príncipe. La cinta justifica todas y cada una de sus acciones como necesarias, incidiendo como puntal de su vida el amor incondicional por su familia y su pueblo, por quienes se justifican todas las decisiones y acciones tomadas por el personaje. Primer error, ya que de haberse dibujado un personaje más equilibrado entre las luces y las sombras la historia habría ganado en interés y enteros, ya que de esta manera lo único que nos cuenta es que Vlad es el bueno y el sultán Mehmed el villano, yendo al terreno de lo fácil y como consecuencia de lo aburrido. Eso en el terreno más histórico, ya que en lo que concierne a como toma Vlad su status de vampiro inmortal la película vuelve una vez más a lo sencillo y lo banal, sacándose de la manga la existencia de una criatura que es algo así como un maestro de vampiros pero del que nadie en el reino de Vlad conoce su existencia hasta que idóneamente entra en escena para dotar al protagonista de su nueva forma inhumana. Un puñado de estereotipos como son la vulnerabilidad a la plata, a la luz del sol o los crucifijos, además de la constante presencia del murciélago con unas transformaciones en esta criatura nocturna multitudinarias y ya tenemos montado todo lo referente al mito. Una vez más la película podía haber ahondado dentro de una mitología vampírica cuya abundancia y complejidad podía dar enjundia y empaque a la historia del vampiro más grande y conocido de todos los tiempos. Pero no hay tiempo para ello y sin embargo volvemos a ver lo mismo de siempre, una guerra entre un pequeño reino y un enorme ejército, una historia de amor del todo increíble y que roza de manera continuada un tono excesivamente meloso lleno de frases de perogrullo y una asignación de roles radicales, los buenos contra los malos. Todo ello además bajo un prisma estético mil veces visto, fotografía oscura y sombría, tomas aéreas y unas secuencias de batallas, poca, pero que al menos están dirigidas con dinamismo. Se evidencia además un estiramiento en las secuencias más estáticas, de diálogo y transición, para llegar a un metraje digno, lo que constata lo pobre y justa que queda la historia contada en la película. Algo que nos da idea que la película no ha terminado de resultar atinada es que a pesar de contar con un abultado presupuesto de más de sesenta millones de euros son pocos los momentos en los que la cinta refleja todo el dinero invertido, siendo más los instantes de proyecto de serie B que destila la producción. Quizás el momento más destacable a nivel visual sea el enfrentamiento final entre Vlad y Mehmed, donde tanto las armaduras de ambos contendientes como ese mar de monedas de plata fotografiadas mediante un prisma brillante y deslumbrante y con las que el poder de Vlad se debilita resultan notablemente atractivos.

Luke Evans se esfuerza por prestar a su personaje profundidad y registro pero como apuntábamos con anterioridad está tan superficialmente dibujado sobre el papel que apenas puede salir airoso  de la jugada. Y si el protagonista principal de una película que habla precisamente de manera constante sobre él apenas puede ofrecer un par de momentos destacables, mejor no hablar del resto de personajes, mera comparsa que acompaña al protagonista y que no aportan nada a la historia salvo ocupar una posición casi de figurantes.  No es culpa de los actores, sino del texto a interpretar, ya que no hay interés en mostrar nada de estos secundarios, ni siquiera del propio villano o la esposa de Vlad. Charles Dance es quizás gracias a su gran talento quien mejor sabe sacar provecho de su rol de maestro de los vampiros, exprimiendo al máximo sus momentos en pantalla.

Como ya hemos comentado el debutante Gary Shore sirviéndose del libreto de los también novatos  Matt Sazama y Burk Sharpless no aprovecha las posibilidades de una biografía de partida que tanto a nivel puramente histórico como ya en el terreno de la mitología y fantasía ofrecían carta blanca para dar lugar a una película épica, romántica, terrorífica… los géneros estaban esperando ver por qué opción se decantarían los responsables. Han querido elegir un poco de todo y al final se han quedado a medias en cada elemento. El veredicto es claro, antes de ver hora y media de película sobre el origen de una leyenda tan grande a nivel no ya literario, sino cinematográfico e inclusive social, servidor se decanta por el prólogo de cuatro minutos que abre la película de 1992 Dracula, de Bram Stocker. Francis Ford Coppola lo hizo antes, dedico mucho menos tiempo y lo hizo mejor.

Henry Jeckyll    

  














1 comentario:

  1. Fue una buena adaptación del monstruo más famoso, cambiar la perspectiva y la visión que tenemos por Drácula fue una buena propuesta, la acabo de ver y me ha encantado, creo que es genial para pasar el tiempo y tener un grato entretenido.

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