Guión H. Perry Horton
Fotografía Stuart Brereton
Música Chris
Ridenhour
Producción David
Michael Latt
Carmen Electra
Charlie O´Connell
Broke Hogan
David Gallegos
Geoff Ward
Ashley Bissing
Gerald
Webb
Un grupo de estúpidos estudiantes liderados por varios monitores no menos estúpidos toman la estúpida decisión de dejarse comer uno a uno por un enorme tiburón bicéfalo con un afán fuera de lo normal por engullir todo lo que se le ponga a tiro. Pero no se relajen, sumen a esto un terremoto que deviene en maremoto y tendrán el perfecto viaje fin de carrera.
Haciendo
un símil nada sutil la productora Asylum
es como esa droga que sabes no te hace bien, que solo es un montón de mierda
pero pruebas con el convencimiento de ser la última vez que caes en sus garras.
Puede que incluso muy rara vez logres pasar un buen rato, pero definitivamente
no es bueno para tu salud, y, como diría Julio Iglesias, lo sabes. Pero lo
siento, como droga que es, estoy enganchado a esta productora especializada en
hacer un copia-pega de todo aquello que suene a éxito, y que encima logra
estrenar sus títulos antes que el blockbuster en cuestión (si es que en
realidad son buenos en lo suyo). ¿Qué encontramos en las cintas de esta
productora además de versiones todo a cien de superproducciones creadas para
arrasar en la taquilla? Cintas de serie Z rodadas en tiempo record, con un
presupuesto escaso por decir algo y que suelen tener entre sus filas actores de
cierto renombre venidos a menos.
El caso
que nos ocupa no es una excepción, y es que volvemos por enésima vez al tema
del super tiburón gigante devora personas. En este sentido no hay guión más
allá de una posible anotación en una servilleta del tipo “tiburón con dos
cabezas (toda una novedad que parece sacada de de cualquier juguete de Hot Wheels) ataca a
jóvenes incautos”. Tampoco importa
mucho, todo se reduce a una sucesión de ataques adornados con un montón de gore
de tapadillo que deja patente la pobre disposición de medios con la que contó
su director, Christopher Douglas-Olen Ray, digno sucesor de su padre, Fred
Olen-Ray, uno de los más conocidos reyes de la serie Z más casposa, capaz de
rodar una película en un fin de semana (claro, así le salían también). Los
efectos infográficos son penosos, dignos de un Windows 95 lleno virus. Pero la
cosa no mejora cuándo pasamos a medios más artesanales, con esos primeros
planos donde vemos al tiburón atacar a dentelladas a sus víctimas para ser
testigos estupefactos de cómo los dientes del muñeco de trapo que simula ser el
tiburón se doblan al contacto con la carne en secuencias reconozcámoslo, al
menos francamente divertidas. Ahora bien, el que quiera ataques no se va a
aburrir, ya que la película está plagada de estos momentos, siendo el mejor de todos
ese menage a trois interrumpido bruscamente por nuestro voraz amigo.
Carmen
Electra ejerce de actriz reclamo a la hora de dar empaque a la caratula en un
papel en el que se esfuerza por contentar a sus seguidores, solo hay que ver la
escena de la ex vigilante de la playa tomando el sol potenciada por un estilo
de videoclip. ¿Aporta algo a la película? Pues la verdad es que no,
absolutamente nada, pero había que sacar partido al hecho de contar con esta
actriz barra modelo de playboy. Junto a ella Charlie O´Connell, el hermano nada
conocido de Jerry O´Connell en una especia de disyuntiva de los responsables de
la cinta tipo ¿no pudo contar con Jerry? No importa, llamo a su hermano y nadie
se dará cuenta. Pero lo mejor (entiendan el tono de ironía del asunto) en el
apartado del elenco de intérpretes es el fichaje de (redoble de tambores),
Broke Hogan (si amigos, hija del conocido luchador de la WWF Hulk Hogan) en una
especie de disyuntiva de los responsables de la cinta tipo ¿no puedo contar con
The Rock? No importa, llamo a Broke Hogan, que con su metro ochenta y su pinta
de culturista reciclado en travesti me hace el papel. Claro que igual tenían
que haber valorado su inexpresividad constante para contar con ella como la
protagonista de la película.
Pero lo
peor de todo no es que los efectos sean cutres, los actores sosos y la historia
floja, floja, sino que encima la película se toma en serio a sí misma, cuándo
lo que debería haber hecho es con semejantes mimbres apostar por un tono
socarrón y de guasa que al menos hubiera conectado mejor con el público. Al
menos no llega a la hora y media, lo que hace menos doloroso el ejercicio de
sadomasoquismo que es ver la película del tirón, algo habitual en las películas
de la susodicha productora. Y sin embargo cuándo vuelva a ver en algún DVD de
tapadillo el logo de Asylum, volveré a meterme un chute de puro cine trash. Lo
siento, estoy enganchado.
Edward Hyde















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