2 HEADED SHARK ATTACK


(2 Headed shark attack, 2012) 87´

Dirección               Christopher Douglas-Olen Ray
Guión                    H. Perry Horton
Fotografía             Stuart Brereton
Música                   Chris Ridenhour
Producción           David Michael Latt


Carmen Electra
Charlie O´Connell
Broke Hogan
David Gallegos
Geoff Ward
Ashley Bissing
Gerald Webb







Un grupo de estúpidos estudiantes liderados por varios monitores no menos estúpidos toman la estúpida decisión de  dejarse comer uno a uno por un enorme tiburón bicéfalo con un afán fuera de lo normal por engullir todo lo que se le ponga a tiro. Pero no se relajen, sumen a esto un terremoto que deviene en maremoto y tendrán el perfecto viaje fin de carrera.


Haciendo un símil  nada sutil la productora Asylum es como esa droga que sabes no te hace bien, que solo es un montón de mierda pero pruebas con el convencimiento de ser la última vez que caes en sus garras. Puede que incluso muy rara vez logres pasar un buen rato, pero definitivamente no es bueno para tu salud, y, como diría Julio Iglesias, lo sabes. Pero lo siento, como droga que es, estoy enganchado a esta productora especializada en hacer un copia-pega de todo aquello que suene a éxito, y que encima logra estrenar sus títulos antes que el blockbuster en cuestión (si es que en realidad son buenos en lo suyo). ¿Qué encontramos en las cintas de esta productora además de versiones todo a cien de superproducciones creadas para arrasar en la taquilla? Cintas de serie Z rodadas en tiempo record, con un presupuesto escaso por decir algo y que suelen tener entre sus filas actores de cierto renombre venidos a menos.

El caso que nos ocupa no es una excepción, y es que volvemos por enésima vez al tema del super tiburón gigante devora personas. En este sentido no hay guión más allá de una posible anotación en una servilleta del tipo “tiburón con dos cabezas (toda una novedad que parece sacada de  de cualquier juguete de Hot Wheels) ataca a jóvenes incautos”.  Tampoco importa mucho, todo se reduce a una sucesión de ataques adornados con un montón de gore de tapadillo que deja patente la pobre disposición de medios con la que contó su director, Christopher Douglas-Olen Ray, digno sucesor de su padre, Fred Olen-Ray, uno de los más conocidos reyes de la serie Z más casposa, capaz de rodar una película en un fin de semana (claro, así le salían también). Los efectos infográficos son penosos, dignos de un Windows 95 lleno virus. Pero la cosa no mejora cuándo pasamos a medios más artesanales, con esos primeros planos donde vemos al tiburón atacar a dentelladas a sus víctimas para ser testigos estupefactos de cómo los dientes del muñeco de trapo que simula ser el tiburón se doblan al contacto con la carne en secuencias reconozcámoslo, al menos francamente divertidas. Ahora bien, el que quiera ataques no se va a aburrir, ya que la película está plagada de estos momentos, siendo el mejor de todos ese menage a trois interrumpido bruscamente por nuestro voraz amigo.

Carmen Electra ejerce de actriz reclamo a la hora de dar empaque a la caratula en un papel en el que se esfuerza por contentar a sus seguidores, solo hay que ver la escena de la ex vigilante de la playa tomando el sol potenciada por un estilo de videoclip. ¿Aporta algo a la película? Pues la verdad es que no, absolutamente nada, pero había que sacar partido al hecho de contar con esta actriz barra modelo de playboy. Junto a ella Charlie O´Connell, el hermano nada conocido de Jerry O´Connell en una especia de disyuntiva de los responsables de la cinta tipo ¿no pudo contar con Jerry? No importa, llamo a su hermano y nadie se dará cuenta. Pero lo mejor (entiendan el tono de ironía del asunto) en el apartado del elenco de intérpretes es el fichaje de (redoble de tambores), Broke Hogan (si amigos, hija del conocido luchador de la WWF Hulk Hogan) en una especie de disyuntiva de los responsables de la cinta tipo ¿no puedo contar con The Rock? No importa, llamo a Broke Hogan, que con su metro ochenta y su pinta de culturista reciclado en travesti me hace el papel. Claro que igual tenían que haber valorado su inexpresividad constante para contar con ella como la protagonista de la película.

Pero lo peor de todo no es que los efectos sean cutres, los actores sosos y la historia floja, floja, sino que encima la película se toma en serio a sí misma, cuándo lo que debería haber hecho es con semejantes mimbres apostar por un tono socarrón y de guasa que al menos hubiera conectado mejor con el público. Al menos no llega a la hora y media, lo que hace menos doloroso el ejercicio de sadomasoquismo que es ver la película del tirón, algo habitual en las películas de la susodicha productora. Y sin embargo cuándo vuelva a ver en algún DVD de tapadillo el logo de Asylum, volveré a meterme un chute de puro cine trash. Lo siento, estoy enganchado.

Edward Hyde


















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