Dirección Peter
Ramsey
Guión David Lindsay-Abaire
Fotografía
Música Alexandre Desplant
Producción Nancy Bernstein/Christina Steinberg
Chris
Pine
Alec
Baldwin
Isla
Fisher
Hugh
Jackman
Jude
Law
Dakota
Goyo
Khamani
Griffin
Kamil McFadden
George Grieve
Un joven
se encuentra flotando bajo el agua de un lago congelado. Repentinamente abre
los ojos para descubrir como una fuerza invisible esta elevándolo atravesando
una capa de hielo que se quiebra a su paso y alzándolo por el cielo. El poder de la Luna le ha
devuelto a la vida dándole el don de traer el invierno allí donde desee. Acaba
de nacer Jack Escarcha y el no lo sabe pero trescientos años más tarde deberá
unirse a los Guardianes para luchar contra un mal que trata de arrebatar la
ilusión de los niños del mundo, alguien conocido universalmente como El coco.
Tras
visionar embelesado El origen de los guardianes puedo afirmar rotundamente se
trata de un título perfecto para este época navideña, y lo es no únicamente por
personajes como Jack Escarcha o Santa Claus, icónicos dentro de estas fechas de
invierno, tampoco por una trama que aboga por valores positivos frente a un
enemigo oscuro y tétrico, sino por ser un perfecto exponente en cuánto a
animación para todo tipo de públicos se refiere. Su director, Peter Ramsey, ha
logrado encontrar el equilibrio perfecto para convertir la película en una
entretenida aventura para los más pequeños que disfrutaran de las peripecias de
los Guardianes que dan título a la cinta en su lucha contra un enemigo común y
universal mientras que a los adultos nos llamará la atención el diseño de
personajes o su dinamismo y estilo visual.
Como decíamos,
los más pequeños de la casa podrán disfrutar en un único título de personajes
tan conocidos dentro del folclore popular (aunque sí que es cierto que los
protagonistas serán más fácilmente reconocibles por el público anglosajón) como
un Santa Claus fornido y tatuado con aires rusos, un hada de los dientes
colorista y jovial, un conejo de pascua australiano que he de reconocer imagine
viendo los rasgos del personaje le había prestado su voz el actor Jackie Earle
Haley (¿no ven al actor de Watchmen perfectamente reflejado en la
caracterización de este personaje?), suposición que duró hasta que vi fué Hugh
Jackman el encargado de insuflarle vida. También aparecen en escena el citado
Jack Escarcha, personaje sobre el que pivota la cinta que sin embargo no
olvidemos es muy coral, o el Hombre de arena, encargado de conceder dulces
sueños a los niños del mundo, y que sin hablar una sola palabra se hace
entender perfectamente. En relación a la utilización de estos iconos de la
cultura popular uno de los momentos más simpáticos es cuándo aparece en escena
el ratoncito Pérez, un “delegado para Europa” del Hada de los dientes. Una de
las cosas que se agradecen en relación a estos personajes, además de que cada
uno de ellos está perfectamente definido visual y conceptualmente contando
además con su parcela de película en una trama como apuntábamos muy coral, es
que no se abusa de esos secundarios creados ex profeso como alivio cómico,
representados en este caso por los pequeños elfos cabezones y los peludos yetis
(quienes realmente crean los juguetes aunque se haga creer a los torpes elfos
que son ellos). Estos dos tipos de criaturas son quienes protagonizarán los momentos
más divertidos, siendo utilizados de manera muy medida evitando de esta manera
la sobresaturación de chistes y situaciones repetitivas. Otro elemento sobre
los personajes y que de inicio me hizo temer lo peor es la aparición en escena
de varios personajes infantiles en la trama, cuyo peso en la cinta sin embargo es
el justo y necesario para no inclinar la balanza hacía lo visto en ocasiones
anteriores.
Por otra
parte el público adulto quedará prendado de un estilo visual que ya desde la
secuencia de apertura con el personaje de Jack Escarcha atravesando el hielo
desde el fondo del lago para elevarse por los aires sorprende por una
vistosidad que no necesita de un hipérbole de grandilocuencia para llamar la
atención. Dentro de una concepción sencilla y sin recargamientos tanto de
escenarios como de personajes podemos disfrutar de atmósferas que logran
recrear con pleno acierto los mundos en los que se mueven los diferentes
Guardianes, quienes igualmente presentan unas características muy marcadas y
bien afinadas. La animación, sin la perfección técnica de Pixar, algo habitual
en Dreamworks, productora de la cinta (lo que se distingue en detalles como el
pelo de los personajes por poner un ejemplo rápidamente apreciable), logra unas
secuencias de acción muy limpias visualmente. Y eso que no son pocos los
momentos que a la película se le imprime una gran velocidad en virtud de los
movimientos de Jack Escarcha a través de la ciudad o el vuelo del trineo de
Santa entre otras situaciones. La cámara acompaña a los personajes en dichos
instantes de manera que no perdamos detalle de los escenarios pero sin marear al espectador, un detalle a agradecer dada la moda de movimientos de cámara
actual.
Doblaje
a la altura de las voces originales, que como siempre sucede en este tipo de
trabajos cuentan para los personajes centrales con nombre muy conocidos dentro
del star system de Hollywood (Alec Baldwin, Chris Pine, Hugh Jackman y Jude Law como nombres más conocidos). La traslación al castellano no solamente no
supone una pérdida de valor, sino que incluso en algún caso logra superar a los
actores americanos. Agradecer igualmente en este sentido la no inclusión de los
habituales doblajes de famosos o actores de moda contando en este caso con buenas
voces que encajan en los personajes a los que dan vida armonizando el resultado final.
No se
dejen llevar por el nombre de Guillermo Del Toro como productor ejecutivo, su
por otra parte maravilloso universo de criaturas y seres mágicos y fantásticos,
rápidamente identificable por el espectador afín al director mexicano, no tiene
cabida en esta película, la cual cuenta con un diseño propio. El origen de los Guardianes
es un título que personalmente me ha resultado una muy grata sorpresa dentro
del género de la animación, un trabajo cuidado y mimado que provoca disfrutemos
incluso de unos títulos de crédito finales que son otra maravillosa creación de
diseño. Ah, y con escenas de despedida insertadas en medio de estos títulos de cierre,
un premio para los que gustan de quedarse en el cine hasta el final.
Henry Jeckyll














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