EL HOMBRE DE ACERO


(Man of steel, 2013) 143´

Dirección               Zack Snyder         
Guión                    David S. Goyer
Fotografía             Amir Mokri
Música                   Hans Zimmer
Producción           Christopher Nolan/Charles Roven/
Deborah Snyder/Emma Thomas

Henry Cavill
Amy Adams
Michael Shannon
Diane Lane
Russell Crowe
Kevin Costner
Ayelet Zurer
Antje Traue
Laurence Fishburne
Harry Lennix
Christopher Meloni
Richard Schiff
Dylan Sprayberry


Jor-El, probablemente el científico más reputado de  Krypton, habla con el Consejo Supremo que rige el planeta sobre su preocupación por el hecho que el núcleo del mismo esté a punto de implosionar  debido al abuso por parte de los dirigentes del planeta de sus recursos, acabando de esa manera con todo atisbo de vida en su mundo. Durante su parlamento un grupo de hombres armados al mando del general Zod irrumpe en la sala del consejo, se está produciendo un golpe de estado.


La primera vez que pude ver El hombre de acero después de innumerables noticias sobre el proyecto, rodaje y post producción de uno de los títulos más esperados de los últimos años he de reconocer que me sentí algo defraudado con el resultado final, algo que achaqué al high tan alto que había generado la película a todos los niveles. Es por ello que decidí dejar pasar el tiempo para volver a adentrarme en este renacer de Superman perpetrado a medias por Snyder, Nolan y Goyer y que ha generado a partes iguales fervientes amores y  enfervorizados odios. Esta revisión me ha servido sin embargo para apreciar las virtudes y defectos de un título que, ahora sí puedo decir, es un estimable reinicio de franquicia.

Y es que El hombre de acero supone una notable  manera de empezar desde cero con un personaje tan conocido a todos los niveles como es Superman, adaptándolo a una forma de ver el cine y de entender el lenguaje cinematográfico que poco tiene que ver con el estilo y el espíritu que destilan la serie de películas iniciadas en 1978 con Superman the movie y que incluso en la injustamente tratada Superman returns (2006) se mantenía vigente. Ya desde el propio inicio en Krypton se rompe toda relación con el trabajo anterior siendo sustituido el aséptico y frio planeta mostrado hasta entonces por un vergel donde tecnología y criaturas fantásticas se funden en una estupenda recreación del planeta (mención aparte para un vestuario colosal), cuya trama por si misma ya hubiera dado para un único largometraje.  Aquí ya se anticipa el gran problema de la película, el intentar abarcar demasiados acontecimientos en una cinta de presentación, y es que es fácil vislumbrar que en la historia narrada en la cinta de Snyder había material para al menos dos películas.  Pero ese punto lo explicaré más adelante.     

Snyder no ha querido contar de nuevo la misma historia y es por ello que utiliza un salto temporal  en la trama de treinta y tres años para encontrarnos con una Clark Kent adulto a la búsqueda de su propio pasado y de su propia persona. El inteligente uso de los flashbacks, los cuales son utilizados para mostrarnos retazos importantes de la niñez del protagonista, consigue de una parte romper una dinámica demasiado atropellada  y acelerada en el devenir de los acontecimientos a la vez que nos regala varios momentos de la relación padre-hijo vitales para entender al Clark Kent adulto. Y tras esa primera mitad en la que acompañamos al protagonista a lo largo de medio mundo a la vez que van presentándose personajes relevantes de la historia, se inicia un segundo tramo donde hacen su aparición el personaje de Zod y el resto de supervivientes de Krypton condenados por sedición. A partir de ese instante vivimos un viaje en una montaña rusa que inunda de acción, luchas y destrucción la platea, en un tour de forcé puesto de moda por la franquicia de Transformes donde el leit motive es el mostrar  las secuencias de acción más impactantes y destructivas posibles. Reconozco en ese sentido que es todo un acierto la manera de recrear los encuentros entre Superman y sus enemigos Kryptonianos, dotados de una velocidad, fuerza y capacidad devastadora, que es trasladada a sus  enfrentamientos en una recreación de como realmente sería de producirse en realidad un encuentro beligerante entre seres con tamaño potencial, alcanzando su cenit en el momento que medio Metrópolis es literalmente demolido. Es en este punto donde los efectos especiales, presentes y necesarios a lo largo de toda la película, copan todo el protagonismo, ofreciendo unas secuencias de acción brillantes y espectacularmente rodadas demostrando de esta manera Snyder que no solo sabe filmar este tipo de secuencias bajo la utilización de la cámara lenta. Sí que es cierto en relación al tema de los efectos visuales que hay ciertos momentos en los que la omnipresencia del CGI puede pasar factura en unos pocos años a unas secuencias que a día de hoy destacan por su calidad pero que con el avance que hoy en día vivimos en materia de efectos especiales pueden quedar rápidamente desfasadas y por lo tanto resultar demasiado artificiales, como el momento del salto del protagonista en la torre petrolífera, donde se evidencia se trata de un personaje generado íntegramente por computadoras.

Y es ahora donde vamos a mostrar el que para mí es el principal escollo que hace que El hombre de acero no termine de ser una presentación redonda del personaje. Y es que su afán por contar demasiado provoca unos abruptos vacios en el montaje así como elipsis que no debería haberse dado. Esta idea se aprecia por ejemplo en el momento en que Superman se entrega a las autoridades, donde no hay siquiera una escena de transición.  Llega un momento, especialmente con la llegada de Zod a la Tierra, en que lo acontecimientos se producen de manera atropellada, de una escena a otra con evidentes lagunas en el medio. A eso se une la idea apuntada con anterioridad de un guion excesivamente amplio y complejo que intenta ajustarse en una única película con una duración estándar, lo que provoca que posteriormente se produzcan dichos agujeros en la historia y escenas a echar de menos.

En el apartado interpretativo Henry Cavill se manifiesta como una gran elección, ya que dota al personaje no solo del mejor físico jamás visto en los Superman de cine o televisión, sino que hace un personaje creíble, un héroe novato que se enfrenta por primera vez a una amenaza real, conjuntándose en el personaje sus debilidades, cierta pose de autosuficiencia y el dolor de enfrentarse a su propia raza. Junto a él una bella Amy Adams que ejerce como una convincente Lois Lane, personaje que presenta un evidente problema de inserción en la historia, tratando de lograr su omnipresencia en pantalla haciéndola aparecer en todos los frentes con recursos tan poco trabajados como el momento en que es solicitada por Zod para subir a la nave junto a Superman o el propio Jor-El, quien en lugar de explicar a su propio hijo como acabar con la amenaza que se cierne sobre la Tierra se lo explica a ella, incluso el propio Superman, que recordemos, deja morir a su padre por no delatarse, ayuda a Lane cuándo esta es herida en la nave llegada de Krypton miles de años atrás. Todos burdos trucos para mantener la presencia de este personaje en pantalla. Buen trabajo de notables secundarios como Russell Crowe o Diane Lane  siendo la gran sorpresa un Kevin Costner como Jonathan Kent, protagonista de varias de las escenas más celebradas y eso a pesar de contar con un breve papel.  


Una primera entrega de un reboot nacido con ínfulas de franquicia cinematográfica y que muestra los mimbres que posiblemente tengan en su segunda entrega ahora en rodaje su prueba de fuego para confirmar todo lo bueno que El hombre de acero posee como película de inicio de Superman, o terminen por defenestrar este intento de llevar adelante el proyecto de La liga de la justicia que DC tiene en mente de cara a plantear su alternativa al éxito que Marvel está teniendo en los cines. El tiempo dirá si este Superman vuela alto, la taquilla de esta primera entrega así parece confirmarlo.

Henry Jeckyll    

        
















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