Dirección Jaume
Collet-Serra
Guión Chad
Hayes/Carey Hayes
Fotografía Stephen
F. Windon
Música John
Ottman
Producción Susan
Downey/Joel Silver/Robert Zemeckis
Elisha
Cuthbert
Chad Michael Murray
Bian Van Holt
Jared Padalecki
Jon Abrahams
Robert
Ri´chard
Paris
Hilton
Damon
Herriman
Un grupo
de amigos se dirige camino de un importante evento deportivo. Acampan en medio
de un claro en el bosque para pasar la noche y mientras se encuentran
disfrutando de unas cervezas en el lugar un todoterreno misterioso irrumpe en
el paramo donde se encuentran, deslumbrando con sus enorme faros la zona y
molestando a los muchachos. Nick, el más beligerante del grupo zanja la
situación arrojando un botellín al auto y destrozando uno de los faros para ver
como el coche se aleja del lugar.
Me gusta
el barcelonés Jaume Collet-Serra, es un tipo que me cae bien, y es que con
apenas un pequeño puñado de títulos ha demostrado su valía para abrirse un
hueco dentro de géneros tan complejos y personales como el terror o la acción y
además en un territorio tan hostil como Hollywood, pudiendo además hacer gala
de una personalidad en sus trabajos que logra emanar incluso en títulos tan
puramente de encargo y controlados por los productores al frente del proyecto
como es La casa de cera, una más de las producciones de Dark Castle
Entertainment y que trata de recuperar
mediante remakes muchos de los clásicos del terror de serie B de los años cincuenta
y sesenta. En ese sentido es evidente que el director está atado de pies y
manos con imposiciones como la de tener que contar entre su plantilla de
interpretes con la inexpresiva Paris Hilton en un papel con recorrido y que va
más allá del mero cameo, pero La casa de cera, con todas sus limitaciones, y
tiene unas cuantas, logra plantarse como
un título bien presentado, desarrollado y resuelto.
De esta
manera el director ha sabido sacar chispas al material con el que contaba, y en
ese sentido esa idea se refleja en que si bien la película se estructura como
un slasher al uso hay varios elementos claramente diferenciadores. En primer
lugar la película apuesta durante buena parte del tiempo por utilizar el
suspense y la tensión (algo que queda patente en secuencias como la del acecho
del todoterreno en la noche o el incómodo viaje en la furgoneta del
extravagante personaje con el que se topan los protagonistas en el bosque) en
lugar de atropellar al espectador con secuencias espectaculares en el terreno
del gore pero vacuas a la hora de generar sensaciones desasosegantes. Otra buena
prueba de ello la encontramos en que el juego de acecho a las víctimas tan
propio y tópico de este tipo de películas no comienza hasta tres cuartos de
hora después de iniciado el metraje. E
incluso una vez comenzada la caza de los protagonistas a manos de los hermanos
psicópatas, continua vigente el uso de la tensión como eje que ancla las
escenas de las muertes. Cierto que no siempre da resultado, pero la idea de
plasmar una cinta que aunque sea de refilón mantenga cierto espíritu de cine de
terror clásico (como el título al que se remakea en esta ocasión), confiere un
aire diferente a La casa de cera, algo que se remarca en un final espectacular
que muestra el museo construido en su totalidad en cera derritiéndose como
consecuencia de un incendio. Esto nos lleva por relación de ideas a ese
carismático pueblo poblado por inertes figuras de cera levantadas sobre los cadáveres
de víctimas anteriores, ese gran hallazgo visual de la película original de
1953 que no queda traicionado en su actualización.
Otro de
los intentos de Collet-Serra es el de crear personajes complejos dentro de la
propia limitación del género que está tratando, y no rodearse de meros reclamos
para adornar la historia cuya finalidad sea la de ser víctimas posteriores del
psicópata de turno. Lo consigue únicamente a medias, ya que si bien hace un
correcto trabajo con la pareja de novios protagonistas y el hermano de ella,
trío sobre el que pivota en un inicio la película y que derivada en el dúo de
hermanos enfrentados que deben unirse para tratar de salir con vida del lugar,
no sucede igual con la otra pareja y el amigo chistoso, simple comparsa del grupo
anterior cuya finalidad es propiciar más escenas de asesinatos. La pareja de
hermanos asesinos igualmente han tratado de ser humanizados en su desarrollo
tratando de justificar de alguna manera el porqué de sus actos, aunque al igual
que pasaba con el intento de crear un trasfondo psicológico del resto de
personajes, el intento queda a medias. El grupo de protagonistas parte de la
premisa de jóvenes y guapos, con actuaciones que no destacan pero tampoco
incomodan de intérpretes como la bella y menuda Elisha Cuthbert, el duro Chad
Michael Murray o el televisivo Jared Padalecki. Frente a estos y como doble
antagonista un Brian Van Holt que se
hace con el mejor papel de la película y al que sabe sacar provecho resultando
una presencia amenazadora desde el inicio, máxime cuando el espectador parte
con ventaja sobre lo que los propios protagonistas desconocen, cómo en su rol
de pasado de vueltas una vez enseña su verdadera cara. Y si Van Holt es lo
mejor del apartado artístico lo peor lo tenemos en una Paris Hilton que fue
impuesta al director y que se manifiesta tan artificial en pantalla como en su
vida diaria, haciendo que el espectador se posicione del lado del psicópata
Vincent (efectivamente un detalle nada original respecto al título de 1953
protagonizado por Vincent Price) en la escena de la muerte de ella.
Si bien
es cierto que la película no llega a explotar y rematar a pesar de las buenas
ideas que de partida tenía ya la cinta de la que parte este remake, logra
ofrecer un adicional al sobresaturado mundo del slasher con secuencias tan
interesantes como la de la conversación de Nick y Bo con la hermana de este
secuestrada a un par de metros bajo ellos, la escena que tiene lugar en el cine
trufado de cadáveres de cera entre los que se oculta Carly o el espectacular
final con el museo fundiéndose y los protagonistas supervivientes tratando de
escapar. Un debut en Hollywood que a pesar de no resultar brillante sí que
posicionó ya a su realizador como un director a tener en cuenta, logrando dar
un puñetazo en la mesa con su siguiente trabajo dentro del género de terror, La
huérfana (2009), una de las sorpresas
más agradables del año de su estreno. Lo dicho, Jaume Collet-Serra, un director
que me cae simpático, un buen director que me cae simpático.
Henry Jeckyll














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