LA MOMIA


(The Mummy, 1999) 120´

Dirección               Stephen Sommers
Guión                    Stephen Sommers
Fotografía             Adrian Biddle
Música                   Jerry Goldsmith
Producción           Sean Daniels/James Jacks


Brendan Fraser
Rachel Weisz
John Hannah
Arnold Vosloo
Kevin J. O´Connor
OdedFehr
Erick Avari
Omid Djalili
Jonathan Hyde
Patricia Velaszquez



Año 1290 antes de Cristo. Imhotep,  sumo sacerdote del Faraón Seti I mantiene un romance con Anck-Su-Namum,  concubina del mismo y quien es asesinado por la pareja al percatarse este de la relación entre ambos, suicidándose posteriormente ella al ser descubiertos por la guardia del Faraón. Imhohtep en castigo es sometido al ritual de Hom Dai, maldición tan terrible que nunca hasta ese momento se había llevado a cabo. Año 1923 después de Cristo. Rick O´Connel combate junto a la legión extranjera en las ruinas de Hamunaptra, ciudad donde la leyenda cuenta está enterrado Imhotep.



He de confesar que la primera vez que me encontré con uno de los posters promocionales de La momia, todo me hizo pensar se trataba de un remake de la película homónima rodada en 1932 con el protagonismo de Boris Karloff, y que como tal estaría centrada en el terror como género de referencia. Nada más lejos de la realidad, ya que la cinta tomaba como excusa la historia de la cinta dirigida por Karl Freund para mostrar un refrito de géneros que alternaban comedia, acción, terror y romance en una obra que debe mucho además a la saga protagonizada por Indiana Jones en la década de los ochenta. Esa desilusión inicial se transformó sin embargo en la agradable sorpresa de descubrir que la película alcanzaba todos y cada uno de sus objetivos de partida.

Ese regusto a cine de aventuras que redefinió en su momento el éxito de En busca del arca perdida (1982) está presente en la película de Sommers desde el minuto inicial, siendo apreciable la influencia de la saga dirigida por Steven Spielberg tanto en el tratamiento de tintes fantásticos de la historia, en esta ocasión más evidente que en el caso de las películas pretéritas, la definición de los propios personajes y la acertada mezcla de géneros. Incluso podemos apreciar como Sommers homenajea el estilo ochentero de estos títulos usando esporádicamente la famosa cortinilla que servía de transición entre secuencias y que arrastraba una escena para introducir la siguiente.

La película se inicia con un acertado prólogo que narra la historia de amor entre Imhotep y Anck-Su-Namum y sus funestas consecuencias para saltar en una elipsis temporal de casi tres mil años a una espectacular secuencia que presenta brillantemente al personaje de Rick O´Connell. De igual manera se muestra poco después al personaje de Evelyn y como con una sola secuencia aparentemente banal y hasta estúpida nos dibuja a una mujer de torpeza inherente pero resuelta,  luchadora y constante. Esto demuestra que no hace falta una hora de presentación de los personajes (algo muy en boga últimamente) si esta se hace mediante secuencias acertadas, como es el caso. Pero más allá de la pareja protagonista, la cinta se nutre de acertados secundarios que suman a la película, desde el personaje de Jonathan, recurso humorístico que no resulta cargante hasta un villano a quien da vida con una presencia física espectacular Arnold Vosloo y que incluso logra enfatizar con el espectador ya que tiene una justificación en cierto modo entendible que le lleva a hacer todo lo que hace. Citar también al personaje de Beni, un superviviente nato que acaba por aliarse con Imhotep y cuya avaricia le costará cara, Ardeth Bay, guardián de Hamunaptra que encajó tan bien en la historia que acabo ganando protagonismo o la bella Patricia Velasquez dando vida a Anck-Su-Namum, que tan solo con unos minutos en pantalla logra dejar una huella imborrable en el espectador, sobre todo en ellos. La lista sería interminable, ya que como se apuntaba al comienzo de este párrafo no hay personaje que sobre o resulte metido con calzador.

Una de las señas de identidad de La momia es su mezcolanza de géneros, en un malabarismo que no pocas veces acaba por hacer naufragar una película al querer abarcar más de lo que puede masticar pero que en esta ocasión se encuentra perfectamente medido. Las secuencias de acción, francamente espectaculares, el humor insertado en los momentos y situaciones en los que aligera la tensión sin resultar chirriante y una historia de amor para nada cursi ni fuera de lugar. Y como no, con sus momentos de terror monopolizados por una momia que debe regenerarse a costa de sus profanadores.

Pero para que la narrativa de la película funcione, máxime en una como La momia, en la cual los retos a plasmar en pantalla recogidos en el guion se antojaban francamente complejos, hay que destacar los estupendos efectos especiales de la película, cortesía de Industrial Light and Magic y que lograron crear secuencias francamente sublimes, como la persecución de la avioneta por una tormenta de arena que adopta el rostro de Imhotep dispuesto a engullir el aparato (una vez más la sombra de Indiana Jones es alargada), la pelea de Brendan Fraser contra las momias y que el actor rodó sin referencias de ningún tipo para insertarse posteriormente sus enemigos en función de los movimientos del intérprete o el estilo visual de la propia momia en sus fases iniciales previas a su regeneración a costa del pobre grupo de norteamericanos que participaban en una expedición paralela a la de los protagonistas. Los efectos son tan buenos que quince años después de su estreno y con la velocidad a la que avanza la tecnología en materia cinematográfica, algo que provoca que efectos punteros en su momento queden obsoletos rápidamente, no han quedado nada desfasados ni perdido un ápice de su impacto inicial, lo que dice mucho de la calidad del trabajo realizado por la gente de ILM.

Y para rematar una historia con un guion notable y una narrativa sin tiempos muertos, unos intérpretes que encajan a la perfección en sus respectivos roles y unos efectos especiales que te dejan con la boca abierta, únicamente nos queda por añadir una banda sonora de Jerry Goldsmith a la altura, tal y como es el caso. El compositor crea una obra con unas evidentes reminiscencias egipcias que han quedado grabadas en el subconsciente del espectador, con uno de esos temas centrales inmediatamente reconocibles y ubicables como parte de La momia, película que recupera la esencia perdida de todo un cine de aventuras que posiblemente viviera en la cinta de Stephen Sommers uno de sus últimos grandes títulos capaces de mezclar el clasicismo de la historia y su forma de narrarla con un estilo visual sorprendente e impactante. Una gran historia de amor que nos recuerda que “la muerte es solo el principio”.


Henry Jeckyll     
























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