300


(300, 2006) 112´

Dirección               Zack Snyder
Guión                    Zack Snyder/Kurt Johnstand/Michael Gordon
Fotografía             Larry Fong
Música                   Tyler Bates
Producción           Mark Canton/Bernie Goldmann/
                                Gianni Nunnari/Jeffrey Silver


Gerald Butler
Lena Headey
Dominic West
David Wenham
Vincent Regan
Michael Fassbender
Tom Wisdom
Andrew Pleavin
Andrew Tiernan
Rodrigo Santoro






El ejército de Jerjes se dirige en su afán conquistador en dirección a Esparta. Su rey, Leónidas, curtido en la batalla y haciendo caso omiso del oráculo que le prohíbe entrar en guerra contra el ejército persa bajo pena de sumir a Grecia en un destino terrible, decide hacerse con un contingente de 300 hombres, cantidad insuficiente para considerarse un ejército, con los que tratará de frenar el paso de sus enemigos en el conocido paso de las Termópilas, un estrecho desfiladero donde las ingentes tropas de Jerjes no puedan beneficiarse de su aplastante superioridad numérica.



He visto 300 por dos ocasiones antes de haberme enfrentado a la novela gráfica de Frank Miller en la que se basa, visionándola un par de veces más posteriormente a su lectura. La conclusión es simple, no es necesario haberse encontrado previamente con la obra de Miller, ni siquiera tiene porque gustarte su particular estilo basado en una composición espectacular de las viñetas para disimular un trabajo de ilustración más limitado. Si bien la película de Snyder es una brillante adaptación cuasi literal del tebeo puede ser disfrutada sin paliativos de ningún tipo de manera independiente como el excepcional espectáculo visual y cinematográfico que es.

Es cierto que la historia es muy justa, limitándose a narrar una batalla la cual además es manipulada desde su vertiente histórica para adaptarla a la epicidad que merece la película y teniendo incluso los responsables de la escritura del guion que incluir la sub trama del personaje de la reina Gorgo, no presente en el comic, para aligerar en determinados momentos el monopolio que la susodicha batalla tiene en la cinta. Sin embargo, 300 merece la pena ser considerada y analizada desde su otra vertiente, centrando de esta manera el análisis de la película a un nivel de concepto cinematográfico visual que dejó claro que Zack Snyder es probablemente a día de hoy el director más visionario a la hora de dotar de una estética innovadora a sus trabajos. El hecho de haber rodado prácticamente la totalidad de 300 en interiores y bajo el monopolio de la pantalla verde ha posibilitado desplegar durante el proceso de postproducción todo un universo de texturas, colores y escenarios que logren subyugar al espectador a la hora de adentrarse en el universo creado por Snyder y su equipo. Este abuso de técnicas de post producción y edición posteriores al rodaje propio de la película no la convierte sin embargo en un trabajo artificioso y carente de sensaciones, sino que por el contrario aumenta estas, como puede apreciarse en la secuencia introductoria en la nieve o en los momentos en que Leónidas arenga a sus tropas bajo el crepitar de las llamas del campamento. Cada secuencia está dotada de una planificación magistral que dota a la misma de un aura de tono pictórico que a día de hoy aún sorprende a pesar del abuso en el visionado de la película. Eso se llama ser visionario y Snyder lo fue en 300, creando una forma de rodar las escenas de acción con esa combinación de ralentí y aceleración de los fotogramas que permiten disfrutar de toda la potencia de estas secuencias.

Si bien no es una cinta que dadas sus carencias a nivel narrativo no permita el lucimiento de los intérpretes más allá de una exhibición de portento físico de primer nivel,  si nos ofrece una de las mejores actuaciones de un Gerald Butler inmenso que logra transformar en icónica su interpretación de Leónidas, donde puede ofrecer un recital de dureza, ternura e ironía a partes iguales. Junto a Butler una bella Lena Headey pre Juego de Tronos (2011-¿?) que hace lo que puede con un personaje al que apenas se le ofrece un único momento para el lucimiento en la secuencia en la que comparece ante el Consejo. Otro nombre destacable es el de Rodrigo Santoro como Jerjes, cuyo principal problema estriba no en el aura de drag queen del que todo el mundo se hace eco sino en un doblaje que no consigue replicar la voz original grave y solemne del actor, lo contrario que sucede con Leónidas, en cuyo caso incluso se logra mejorar en algún momento con el doblaje de Jordi Boixaderas. Como curiosidad última referente al casting cabe destacar la presencia de un primerizo Michael Fassbender como uno de los espartanos en una interpretación ciertamente algo sobreactuada.

Más allá de su excepcional sentido del espectáculo que es 300 hay que reconocer que la película engancha al espectador y lo lleva a su terreno gracias a un ritmo sin oscilaciones y una narrativa cinematográfica que logra que entremos en el juego de Snyder, lo cual es más complicado en un caso como el presente, donde, se haya leído o no la obra de Frank Miller, se conoce el final de la historia. En ese sentido no hablamos de una película que una vez vista pierda su magia, ese sorprendente estilo visual tan diferente a todo lo que se había visto hasta el momento de su estreno, sino que soporta con estocicidad un visionado tras otro. Cierto que algunos de sus efectos como la creación del lobo gigante o el momento de la subida de Leónidas al monte de los Éforos resultan a día de hoy artificiosos, pero no sucede lo mismo con los fondos y texturas generados de manera artificial por un ordenador. Hay que destacar además como la banda sonora de Tyler Bates, colaborador habitual de Snyder, se fusiona a la perfección con las imágenes, fluctuando desde la música de tintes electrónicos hasta la orquestal, pasando por el inevitable momento coral a la hora de dotar de magnitud épica los momentos finales, siendo el elemento musical otro de los puntos fuertes de la propuesta.  La constante voz en off que acompaña y narra la historia de Leónidas y sus hombres logra no resultar cargante, solventando con habilidad el problema de lograr introducir toda la narrativa del tebeo que se cuenta fuera de los diálogos. Snyder no llega a los niveles de genialidad de Scorsesse en el uso de la voz en off pero evita que el recurso parezca artificioso y cargante.


Una obra que deja patente que el cine más allá de grandes historias, y la batalla de las Termópilas lo es, a pesar de lo limitado del desarrollo dramático que pueda suponer, se alimenta igualmente de sensaciones, emociones y derroche visual y de eso 300 tiene de sobra.  

Henry Jeckyll       















     

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