Dirección Charles E. Sellier Jr
Guión Michael Hickey
Fotografía Henning Schellerup
Música Perry Botkin Jr
Producción Ira Barmak
Robert Brian Wilson
Danny Wagner
Jonathan Best
Lilyan
Chauvin
Gilmer
McCormick
Toni
Mero
Linnea
Quigley
Britt Leach
Nancy Borgenicht
H.E.D. Redford
Leo
Geter
Randy
Stumpf
El
pequeño Billy es testigo con cinco años del asesinato de sus padres a manos de
un criminal disfrazado de Papa Noel, hecho que tiene lugar precisamente en la jornada
de Noche Buena. Este hecho traumatiza al niño que se cría en un orfanato
regentado por monjas, convirtiéndose en un saludable joven que con dieciocho
años es contratado en una juguetería. El problema surge cuando en la campaña de
Navidad le hacen vestirse de Santa Claus, hecho que reactiva en el joven
fantasmas del pasado que le llevan a convertirse en una despiadada máquina de
matar.
Viernes
13 (1980) supuso todo un fenómeno dentro del cine slasher que genero infinidad
de imitaciones que trataban de emular el éxito de este título, iniciador de una
de las franquicias más rentables del cine de terror. Podemos ver en Noche de
paz, noche de muerte cierta similitud con la película de Sean S. Cunningham
tanto en un título inicial que se acerca desde la lejanía para en esta ocasión
no atravesar la pantalla (efecto que se simulaba en Viernes 13 con la rotura de
un cristal), sino escupir en sangre la segunda parte del título, todo con un
fondo musical que pasa de la candidez de los villancicos al mal rollo de un
tema evidentemente desasosegante. Lo mismo sucede con el personaje del abuelo
de Billy, un emulo del loco que surgía en Viernes 13 profetizando la muerte de
los jóvenes monitores sobre una desvencijada bicicleta y que en esta ocasión
advierte a su nieto de lo peligroso que es el aparentemente cándido Santa Claus.
Finalmente al igual que sucedía en
Viernes 13, Noche de paz, noche de muerte apuesta por el uso de secuencias
ancladas en el gore para mostrar los asesinatos retratados en pantalla,
encontrando de esta manera ensartamientos, decapitaciones, una flecha travesando
a una de las víctimas (¿otra vez Viernes 13?) y un uso indiscriminado de un arma tan propicia como una afilada hacha.
Sin embargo, el título de Charles E.
Sellier Jr presenta varios elementos novedosos que hacen de la película del
Santa Claus asesino uno de los slashers más interesantes dentro de la por otra
parte fructífera década de los ochenta.
Lo
primero que cabría destacar es como la película utiliza todo el tiempo
necesario para retratar los traumas del personaje protagonista, primero víctima
inocente y más tarde verdugo inmisericorde. El director se toma su buena parte
de metraje tanto para llevarnos hasta la escena del asesinato de los padres de
Billy, como para narrar su estancia en el orfanato, periodo importante, ya que acentúa
los traumas del niño tanto en relación con el personaje de Papa Noel como con
el tabú del sexo, que finalmente será el catalizador que inicie la catarsis del
personaje. Todo un trauma representado no solo en la figura del asesino de sus
padres, sino alimentado por la madre superiora del orfanato donde pasa prácticamente
toda su niñez y adolescencia. Llegamos
de esta manera hasta la mitad de película, momento en el cual se inicia la
andadura asesina de un Billy que vestido de Santa Claus llevará a cabo un
recorrido de muerte y sangre. Es por ello que la película mantiene ese tono tan
propio de los ochenta donde no existía la velocidad que hay hoy en día a la
hora de montar una película de este tipo (presentamos los personajes rápidamente
para comenzar los asesinatos de los mismos) y donde lo más importante es la
acumulación de efectistas asesinatos. Noche de paz, noche de muerte tiene una
buena ración de asesinatos, eso es cierto, pero se mueve en otros tiempos, con
secuencias más largas y con una mayor apuesta por la tensión, algo que queda
patente por ejemplo en la larga secuencia que acaba con el asesinato del policía
al más puro estilo de El resplandor (1980). Esto no quiere decir que la
película sea lenta y aburrida, para nada. Tanto en su primera mitad (la gestión
de la personalidad psicótica de Billy) como en su segundo tramo (la ola de
asesinatos propios del slasher) su director dota a la cinta de ritmo y tensión.
Aunque
destaquemos el uso del suspense y la tensión de la película, no podemos dejar
de lado que Noche de paz, noche de muerte es hija de su tiempo y por lo tanto contiene
una buena ración de muertes excelentemente presentadas en pantalla. La más recordada y celebrada de todas tal vez
sea el asesinato de Linnea Quigley, quien es levantada en el aire y ensartada
con los cuernos de la cabeza disecada de un enorme ciervo, tanto por lo logrado
del efecto como por mostrar por enésima vez sus encantos esta actriz fetiche
del terror de los ochenta. Lo cierto es que el buen hacer en el terreno de los efectos
hace que al igual que sucede con Viernes 13, Noche de paz, noche de muerte no
haya envejecido nada mal a pesar de los treinta años transcurridos desde su
estreno.
Buen
trabajo de los tres actores que dan vida al protagonista, que además de hacer creíble
por su parecido pueda tratarse de la misma persona, presentan unas
interpretaciones que dan verisimilitud a un personaje tan al límite, y que se
mueve entre varios registros como son la bondad, la culpa, la maldad o el
miedo. Es otro de esos elementos que
decíamos han sido cuidados en el guión de la película (más allá de limitarse a
plantar un asesino sin pasado ni motivaciones) y que han logrado que esta
siempre sea recordada a la hora de hablar del género slasher en los ochenta.
Su éxito
provocó naciera toda una franquicia de películas que acabaron por desmarcarse rápidamente
del leit motive de la primera entrega (la figura de un Santa Claus asesino) convirtiéndose
el título de la película y secuelas en una especia de marca de la casa para
mostrar diferentes historias de terror ambientadas en la Navidad. Si bien
ninguna de las cuatro secuelas es especialmente destacable, aprovecho estas
líneas finales para desaconsejar absolutamente el visionado de la segunda parte
estrenada tres años más tarde ( y rodada en menos de dos semanas), una tomadura
de pelo que utilizando la figura del hermano de Billy, algo ya apuntado en esta
película, usa durante tres cuartas partes de metraje (de apenas hora y veinte
minutos) escenas del título que ahora nos ocupa para justificar una entrevista
alimentada por estos flashbacks, con lo que apenas contiene metraje original, y
casi mejor, ya que este es absolutamente deplorable y cutre. Aviso para
navegantes. Para eso disfruten de la primera película de la saga, que generó no
poca controversia durante su estreno por la utilización de un personaje tan
popular y querido como reclamo para una
cinta de terror. Se ve que los críticos de la época no veían los títulos
navideños de Antena3. Feliz Navidad y cuidado si se despiertan de madrugada la
noche del veinticuatro y ven a un bonachón caballero de largas barbas blancas
enredando entre los paquetes de su árbol de Navidad, puede que no traiga buenas
intenciones ni un saco cargado de regalos.
Henry Jeckyll


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