Dirección Andrew Douglas
Guión Scott Kosar
Fotografía Peter Lyons Collister
Música Steve Jablonsky
Producción Michael Bay/Andrew Form
Ryan
Reynolds
Melissa
George
Jesse
James
Jimmy
Bennett
Chloë
Grace Moret
Rachel
Nichols
Philip
Baker Hall
Isabel
Conner
Brendan
Donaldson
En la madrugada del 13 de Noviembre de 1974 Ronald Defeo asesina a sangre fría a sus cuatro hermanos pequeños y a sus padres, alegando que unas voces le han obligado a cometer dichos crímenes. Un año más tarde, la familia Lutz compra la propiedad en la que tuvo lugar la masacre dispuestos a convertir una bella casa de estilo victoriano con enormes terrenos y coronada por un embarcadero en su hogar.
A
comienzos del nuevo milenio dos productoras de cine se sirvieron de títulos del
género de terror pretéritos como leit motive de su producción. Así, mientras Dark Castle auspiciada por
nombres tan potentes dentro del cine actual como Robert Zemeckis o Joel Silver
entre otros opto en un inicio por remakear clásicos del terror de los años
cincuenta o sesenta como House on Haunted Hill (1959), Los trece fantasmas (1960),
El barco fantasma (1952) o La casa de cera (1953), por su parte Platinum Dunes,
con el taquillero director Michael Bay como mecenas más destacado se centró en
títulos más coetáneos poniendo su vista en clásicos de los setenta y ochenta
como La matanza de Texas (1974), Viernes 13 (1980), Pesadilla en Elm Street
(1984) o Carretera al infierno (1986). Muchos de estos remakes así como los
títulos originales serán comentados en su debido momento en el presente blog.
La morada del miedo pertenece a este segundo grupo de títulos, bebiendo en este
caso del taquillero título de Terror en Amityville (1979) cuyo éxito generaría
una interminable saga de películas de dudosa calidad.
La
película parte del hecho real conocido por cualquier aficionado al mundo del
misterio, narrando en un prólogo muy similar al de la película original el
asesinato de todos los miembros de la familia Defeo a manos del hijo mayor para dar un salto
temporal de un año, momento a partir del cual toma el relevo como protagonista
la familia Lutz y el calvario que estos cuentan vivieron durante los veintiocho
días que pasaron en la casa en la que se sucedieron los crímenes. Con el
conocimiento de los acontecimientos que
se tiene hoy en día y que inclinan la balanza hacia el lado del montaje por
parte del relato sostenido por los Lutz y que incluso pone en duda la versión
oficial que inculpó al hijo mayor de los Defeo de la muerte de sus padres y
hermanos (pero esa es materia para otro tipo de debate), la cinta puede verse
con otros ojos si únicamente nos atenemos a su coletilla de “basada en una
historia real”. Si nos dejamos llevar por la historia y nos olvidamos de las
raíces, veremos que nos encontramos ante una película de casa encantada que si
bien no aporta nada nuevo a títulos anteriores si resulta una convincente cinta
dentro del subgénero en el que se enclava, con momentos aterradores y que
logran impregnar de mal rollo al espectador, y que, aunque lo cierto es que en la
mayoría de este tipo de secuencias se
utiliza el método del susto repentino, logra su propósito de incomodar la
vuelta a la cama a través del pasillo a oscuras una vez acabada la película.
Podemos recordar como ejemplos válidos la aparición del fantasma de Jodie en el
momento en que George y Kathy están haciendo el amor, la escena del pequeño
Michael Lutz acudiendo al baño aterrorizado en la noche y la vuelta a la
habitación, el visionado de la grabación casera en la que George ve a Billy como
un demonio…haciendo un repaso mental de la cinta nos encontramos con que logra
encadenar numerosos momentos de verdadero terror sin necesidad de recurrir a
muertes violentas, que por otro lado únicamente tienen lugar en el citado
inicio, mejorando de esta manera a una
película original demasiado estática en ese sentido, y que no lograba mantener
el ritmo de la actual que inteligentemente acorta la duración de la película en
casi media hora con respecto a la cinta de 1979, lo que evita caiga en el mismo
error de esta, que no lograba sostener el misterio a lo largo de sus casi dos
horas de metraje.
La casa,
como sucediera en toda la saga anterior (y eran nada menos que ocho entregas
hasta el rodaje de este remake), es la gran protagonista de la historia,
convertida ya en un fetiche del terror más clásico, perfectamente representado
en la bella y a la vez aterradora fachada coronada por las dos ventanas
superiores con una forma angulosa que le confieren aspecto de enormes ojos
brillantes. Es cierto que ese aspecto tanto exterior con el embarcadero
alejado, el enorme tejado protagonista
de dos de las escenas más impactantes de la cinta, o el interior de pasillos
oscuros y sobre todo el sótano en el que acaba parapetándose un George Lutz
totalmente poseído por la locura, ayudan a generar tensión en las escenas,
perfecto exponente de lo que es una casa encantada. Junto al propio edificio
destacar el estupendo trabajo interpretativo de un Ryan Reynolds que demuestra
que cuándo le dan papeles con potencial (y no se embarca en proyectos absurdos,
cosa que suele hacer con demasiada asiduidad) es capaz de ofrecer interpretaciones
de altura. En el caso actual su evolución desde marido perfecto a sádico
malnacido es brillante, ya que le posibilita ofrecer numerosos matices que van
desde el miedo que siente el propio personaje, la violencia psicológica que
desata hacia su familia o un clímax con su personaje totalmente ido (pero sin
caer en el exceso) pasando con nota el reto. Junto a él la bella Melissa George
convincente como esposa sufridora y un trío de actores infantiles de nota, que
logran lo imposible, que un niño actor no resulte cargante. Lo cierto es que
los tres resuelven sus papeles con madurez y profesionalidad, siendo quizás el
hermano pequeño el más perjudicado ante las comparaciones con sus dos compañeros de reparto. Papel testimonial para Philip Baker Hall que
toma el relevo de la actuación de Rod Steiger veinticinco años atrás.
La
película se entrona de esta manera en el amplio universo cinematográfico de las
casas encantadas, que sin ser uno de los géneros más explotados dentro del
terror actual, si ha logrado un buen puñado de grandes títulos. Su principal
traba se encuentre quizás en el hecho que mucha gente la prejuzgue de antemano
por tratarse de un remake al uso protagonizado por actores que igualmente
tienen muchos detractores per se. Quizás si olvidamos todas estas prerrogativas
podamos disfrutar de una película con una buena ración de sustos que nos hará
pasar un buen (y cuándo digo buen quiero decir mal) rato. Disfruten de la
visita. Quizás decidan comprar la propiedad.
Henry Jeckyll















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